Vueltas, vueltas y más vueltas dá mi cabeza, me he quedado en un bucle que me marea.
Es un circulo, ciclíco redundante en sí mismo. Un puto agujero negro.
Una escena me hipnotiza, el ritmo de la música; grave, rígida y constante se magnifica con la estructra de la sala, majestuosa en elementos arabescos.
Se quiebra el mito. Farsante e incontrolable, en su ceguedad el Intérprete, de un ambiente, mas cuesta de creer que una feria de lujurias, telones de las más recónditas perversiones cual máscaras se tapan aquellos que se atreven a manifestar, se despliegue ante las narices. Pero como en los más estrictos círculos, cuyos no tienen principio y no tienen fin. No aceptan inesperados invitados, cuyas entradas, de ingenuidad, patética y desordenada rompen la escena.
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